Técnicas para estudiar mejor: organizar tu tiempo es un desafío claveLos últimos días de primavera baticinan el fin de año y, con ello, las pruebas y trabajos que veíamos lejanos se van acercando cada vez más. ¿Cómo hacer mucho en poco tiempo?
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En los últimos meses del año es frecuente que nos demos cuenta de que el tiempo se nos hace escaso y tengamos la sensación de tener mucho que hacer, en poco tiempo.
¿Qué podemos hacer? La clave es partir por esta pregunta, enfocándonos más en aquello que podemos hacer, que en lamentar lo escaso y finito que es nuestro tiempo ¿Cómo lograrlo?
Hay distintas alternativas, lo importante es ir paso a paso: Lo primero, es tener claridad acerca de para qué planificamos nuestro tiempo, tener siempre presentes nuestros objetivos y metas, para que en función de eso lo ordenemos y prioricemos. Con lo anterior, debemos partir con responder a las siguientes preguntas: ¿Cuánto tiempo necesitamos?; y ¿Cuánto tiempo tenemos? Ambas son claves para que nuestra planificación sea acorde a nosotros mismos, y por lo tanto, viable. Tener claro cuánto tiempo necesitamos implica saber aproximadamente cuanto tiempo nos toman las actividades que debemos hacer, saber por ejemplo cuanto tiempo nos toma leer, buscar información, ejercitar, pero también cuanto tiempo necesitamos para estar con nuestra familia y amigos, descansar, trasladarnos, entre otros. Tener claridad sobre el tiempo con que contamos es muy relevante. Por ejemplo es probable que tengas claro que tienes un mes para entregar un trabajo, pero dentro de ese mes tienes muchos otros compromisos; clases, otras pruebas, actividades personales o familiares definidas… y todo eso requiere tiempo. Saber cuánto tiempo necesitamos y cuánto tiempo efectivamente tenemos, nos permite asignar adecuadamente los tiempos para estudiar dentro de una semana, y también priorizar el cumplimiento de distintos compromisos en el corto, mediano y más largo plazo. Priorizar implica decidir por donde voy a comenzar a trabajar o incluso que actividades dejaré de hacer en un plazo definido. Pero ¿en función de qué decidimos? Lo más aconsejable es, que teniendo claridad acerca de nuestras fechas de entrega, los tiempos que necesitamos y la relevancia de cada actividad, decidamos en cuanto a su urgencia y su importancia en relación a nuestros objetivos y metas. Si tenemos un ramo que es complicado, y que lógicamente queremos aprobarlo, probablemente nos planifiquemos para estudiar desde ya, para la prueba que tendremos en un par de semanas, puesto que es importante. Pero seguramente, en la medida que la prueba se acerque, será urgente que le asignemos más tiempo al estudio de ese ramo. Lo ideal es que al planificar nuestro tiempo, no debamos funcionar con “urgencias”, pero es un criterio relevante de considerar. Cuando ya sabemos qué actividades, compromisos o tareas vamos a priorizar, entonces podemos planificar. La idea es tener claridad acerca de las tareas que hemos priorizado en distintos niveles, por ejemplo en un mes, una semana y también en un día. Si tenemos claridad acerca de los compromisos y tareas que nosotros mismos hemos priorizado en un mes, entonces podremos ordenar mejor nuestra semana. Hay personas que creen que la planificación “quita libertad” y hace rígida la vida, sin embargo ocurre todo lo contrario; en la medida que controlamos nuestro tiempo, tenemos muchas más posibilidades de tener un uso flexible de él, pudiendo hacer cambios cuando sea necesario. Muchas planificaciones sin embargo, pueden terminar aquí, en cuadros muy ordenados acerca de lo que queremos hacer y no en acciones concretas. Para evitar eso o disminuir la posibilidad de que ocurra, es necesario: Supervisar nuestra planificación; ¿olvidé incluir actividades que son importantes para mí?, ¿incluí deportes, hobbies u otros?; ¿fui realista en los tiempos asignados? ¿alcancé? Mi planificación: ¿se concretizó en la acción? Puede suceder que aun cuando hayamos planificado nuestro tiempo, posterguemos las actividades planificadas. En ocasiones esto es necesario si realmente lo decidimos y reasignamos los tiempos, pero también puede suceder que nos quedamos haciendo otras cosas “mientras tanto”, como por ejemplo chateando, conversando, y no nos damos cuenta cuando ya ha pasado mucho tiempo, y ya no alcanzamos a reasignar tiempos, ni tampoco logramos pasar un rato de descanso o diversión tranquilo. Una adecuada gestión del tiempo, implica que nuestra planificación se traduzca en acción, permitiendo realizar no solo nuestras actividades académicas, sino que también nuestras actividades personales. Las claves para que resulte son:
Aprender a gestionar nuestro tiempo, implica al comienzo asignar tiempo, pero en la medida que aprendemos a ser eficientes en su uso, ganamos mucho en tiempo y calidad del estudio, pero también en calidad de vida.
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